Su nombre es Tito, llamado así porque era muy chiquiTITO cuando recién lo tuvimos. Aún recuerdo ese momento, cuando estaba él entre tantos otros perros salchichas, pero él tenía algo, algo que encantaba. Ese fue un 10 de enero del 2000, recién nuevo milenio.
Tengo tantas cosas que escribir sobre ti, y he estado toda la tarde pensándolo, pero cuesta tanto darle un orden lógico a los miles de gratos recuerdos que tengo. Mi viejo siempre decía que tú estaba primero que mi hermano y yo, era el típico comentario a la once o al almuerzo. Te acuerdas que supuestamente en un comienzo no ibas a poder entrar a la cocina mientras almorzábamos o tomábamos once, pero como era un momento familiar, te las arreglaste para en esos momentos estar debajo de la mesa mientras comíamos. Eras tan pillo, cuando no te abríamos la puerta de la cocina, y ésta estaba junta, la abrías con el hocico y entrabas igual; y si te cerraban la puerta de la cocina, te metías por el ventanal de la pieza de mis papás.
Aún recuerdo cuando jugábamos, y después te picabai y empezabas a morder de verdad; también me acuerdo que cuando salías a la calle, cuando querías entrar te ponías en la puerta de la casa y empezabas a ladrar hacia adentro.
Tito, gracias por todo lo que hiciste por mí, tantas veces que fui llorando al patio, me sentaba a tu lado y tu me mirabas, me lamías el brazo, a pesar de que no hablas siento que decías tanto, y me hacía tan bien. Donde sea que estés te quiero decir que te quiero demasiado, perdóname si alguna vez te deje un poco de lado, y gracias, muchas gracias! por haberme acompañado estos casi ocho años en mi vida. Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, yo estoy seguro de eso. Tito yo te voy a echar mucho de menos, demasiado! Me vas a hacer mucha falta amigo... lo único que te pido es que donde estés cuidame y cuida mucho a mi familia, como siempre lo hiciste.